miércoles, 16 de septiembre de 2009

A partir del año 1950

A partir del año 1950 Jaime Guardia [1] empieza a difundir la música de charango de Ayacucho en el Perú con mucho éxito.

En los años cincuenta y sesenta se empieza a popularizar el charango en Argentina, Chile y, por migrantes también en Francia y otros países europeos. En Chile, con el golpe de estado del año 1973 se había prohibido los instrumentos andinos y sobre todo el charango. Con la inevitable reacción de protesta de los músicos (sobre todo los que huyeron) de Chile, el charango se ha divulgado todavía más rápido en todo el mundo.


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Historia del charango

En 1615 el cronista indígena peruano Felipe Guamán Poma de Ayala en el archivo 857 de su obra La nueva crónica representa en uno de sus dibujos titulado "Indios criollos" a un indígena tocando un cordofono, evidente muestra del mestizaje cultural que se inciaba en américa hispana.[2]

En las portadas de varias iglesias del siglo XVIII del departamento Potosí (Bolivia), y otros lugares de lo que hasta 1825 era Alto Perú, asi como también en la catedral de Puno[3] (Perú) existen sirenas esculpidas tocando pequeños cordófonos que probablemente ya fueron denominados charango en esos tiempos. Por primera vez apareció este instrumento musical en un documento escrito en el año 1814 cuando un clérigo de Tupiza (departamento de Potosí, Bolivia) mencionó "unos guitarrillos muy suyos, que por acá llaman charangos".


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El charango

El charango es un instrumento musical vigente en las regiones altiplánicas de la Cordillera de Los Andes en América del Sur. Posee cinco pares de cuerdas aunque hay variaciones con menos o más cuerdas pero (casi) siempre en cinco órdenes o juegos. El charango tiene una trayectoria centenaria en Bolivia y el Perú[1] , y también tiene importante presencia en la música de Argentina, Chile, y Ecuador.

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David Zaizar

En la década de 1950, David Zaizar (1930-1982, Tamazula, Jalisco) integró el popular dueto Los Hermanos Zaizar junto a su hermano Juan Zaizar. Este dueto cosechó numerosos éxitos, pero a fines de esa década se separaron para convertirse en solistas. Como intérprete vernáculo, David se consolidó rápidamente pues poseía una de las mejores voces de la canción Mexicana y, para muchos, el mejor falsete de la música ranchera, lo que le mereció el título de “Rey del Falsete”. Obviamente, esto no le agradó a los seguidores de Miguel Aceves Mejía, a quien consideraban el verdadero “Rey del Falsete”, pero tratando de ser imparcial, mi opinión es que ambos eran excelentes cantantes de ranchero, solo que tenían voces diferentes en timbre, tesitura, color, etc. No obstante esas naturales diferencias, ambos poseían una innata capacidad para interpretar los huapangos y ejecutar el falsete con pasmosa facilidad.

En los temas que integran este álbum doble, David Zaizar es acompañado por el inolvidable guitarrista Antonio Bribiesca.

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jueves, 13 de agosto de 2009

años cincuenta

Desde fines de los años cincuenta comenzarían a surgir corrientes tangueras renovadoras. Los primeros fueron músicos como Mariano Mores y Aníbal Troilo que empezaron a experimentar con nuevas sonoridades y temáticas. Pero el renovador indiscutido fue el marplatense Ástor Piazzolla.

Ástor Piazzolla alternaba entre las tardes de música clásica en el Teatro Colón y su pasión por Ígor Stravinski y Bela Bártok, con las noches de tango, y su desempeño como bandoneonista y arreglador musical de la orquesta de Aníbal Troilo (1914-1975). Fusionando creativamente las influencias más diversas, Piazzolla introdujo en el tango armonías disonantes y bases rítmicas intensas y nerviosas que produjeron una transformación radical del género.

La música de Piazzolla produjo una apasionada controversia entre tradicionalistas y renovadores, sobre si «eso» era o no tango. El punto culminante de esa controversia fue el Festival de la Canción de Buenos Aires realizada en el Luna Park en 1969, en el que Ástor Piazzolla y el uruguayo Horacio Ferrer presentaron un valsecito tanguero, Balada para un loco, interpretado por Amelita Baltar en la sección correspondiente al tango. La canción produjo un escándalo descomunal que llevó a los organizadores a cambiar las reglas para evitar que Balada para un loco ganara el festival. Pese a ello, el nuevo tango-canción, ganó la adhesión popular, especialmente entre los jóvenes y se volvió un éxito de ventas como hacía años que el tango no tenía.

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Edad de oro en el tango

Músicos como Juan Carlos Cobián, Pascual Contursi, Juan D´Arienzo, Julio De Caro, Osvaldo Fresedo, cantantes como Sofía Bozán, Ignacio Corsini, Agustín Magaldi, Rosa Quiroga, integraron lo que se conoció como la «nueva guardia» del tango en aquella época. Entre ellos, muchos fueron los descendientes de inmigrantes italianos, como Osvaldo Pugliese (apodado «el Santo del Tango»).

La del cuarenta fue una década dorada para el género, que se interpretaba ya en locales nocturnos de lujo, cuyos ambientes alimentaron a su vez a los letristas, que en sus versos contraponían el lujurioso cabaret y los desbordes de la vida nocturna a la infancia en el arrabal, paisaje éste que adquirió entonces ribetes míticos de paraíso perdido.

Grandes orquestas, como las de Juan D’Arienzo, Carlos Di Sarli, Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo (1914-1975), Horacio Salgán (1916-), Ángel d' Agostino o Miguel Caló actuaban a la vez en los cabarés del centro y en salones barriales, y, con ellos, creció enormemente la industria discográfica en la Argentina. Letristas de gran vuelo —Enrique Cadícamo, Cátulo Castillo, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi— dieron al tango composiciones inolvidables, signadas por la amarga crítica de costumbres (Discépolo), el matiz elegíaco y las metáforas inspiradas en grandes poetas (Manzi, Castillo), la recurrente pintura de ambientes sofisticados con resonancias del poeta modernista Rubén Darío (Cadícamo). Otros notables cantantes de la época fueron el Polaco Goyeneche, Edmundo Rivero, Ángel Vargas, Francisco Fiorentino, Héctor Mauré y Alberto Podestá. Por su parte, Homero Expósito y José María Contursi también escribieron las letras de algunos tangos. [15

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