Recordemos que la trilogía se abrió en el 2005 con la novela de la que Fernando Vallejo expresó: "No sé de nadie en nuestro idioma que esté escribiendo una prosa tan espléndida como la de Ursúa". Todo lo que se espera de un buen libro lo tiene esa épica narración: héroes y travesías delirantes, episodios de la historia de nuestra Conquista, que más parecen fantasía que realidad; personajes capaces de los pensamientos más sublimes y de los crímenes más atroces; una naturaleza salvaje que así como inspira a los hombres, también los enloquece, los destruye.
Todos los imaginarios del 'Valiente Mundo Nuevo' (como lo llama Carlos Fuentes), acicate de la codicia y el desafuero de los españoles que ni mandados a hacer para una novela: Heredia, Belalcázar, Robledo, Jiménez de Quesada, los Pizarro, Galarza, Téllez, Orellana, Alfinger, Federmán y La Gasca, entre tantos que paulatinamente fueron pasando, como Macbeth, de la ambición al crimen, del crimen a la locura y finalmente a la muerte, ora ahogados, ora fulminados por un rayo o por las flechas indígenas; algunos ejecutados por sus mismos amigos y otros porque se dejaron morir solitos.