Por supuesto, el más vistoso de todos era el portero. Strange se plantaba cada noche en la puerta y decidía quién pasaba y quién no. A veces hacía uso de un espejo que escrimía en la cara del aspirante a cliente como diciéndole, “¿pero adónde crees que vas con esa pinta?”. Una noche Mick Jagger quiso entrar y Strange le dijo que ni hablar. Un paparazzi inmortalizó el momento. Al día siguiente todo el mundo hablaba del Blitz. el pais
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