Desde su lujoso camerino en el estadio de River Plate, los integrantes de Metallica se preguntaban quién podría ser ese demente que se atrevió a salir solo al escenario y con apenas una guitarra a abrirles su concierto de alto voltaje. Y lo que más les sorprendía era que nadie abucheaba al hombre sexagenario que se hacía llamar 'El fantasma de Canterville'.
Aquella noche del pasado 22 de enero, y luego de unas cuantas canciones acústicas, al indomable León Gieco se le unió Andrés Giménez (ex A.N.I.M.A.L., mítica del metal argentino) y su banda de roqueros que sacudían sus cabezas, mientras le daban al público nuevas versiones de sus clásicos que allí sonaron más a rock duro que a canción protesta.
El cuadro, lejos de parecer la caricatura de una crisis de edad del cantautor, resultó ser uno de los momentos más emotivos de su carrera y un lujo que se puede dar solo quien ha ganado ese estatus de poeta de la realidad argentina.
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